martes, 14 de mayo de 2019
El Descontrol 6: la desaparición del jefe
Carol me había hecho pagarle la cena, la muy... ¡Aprovechó que fui a su mesa para tenerme ahí sentado dándome la lata y contándome su vida! Por lo visto el dueño del bar había pensado que yo estaba con ella. O que era un pesado que quería invitarla, vete a saber. Luego ella se había largado sin más. Y como ella había tomado las de Villadiego, el la dejó irse y entendió que era yo quien pagaba.
La muy... como vuelva a toparme con ella... eso pensé entonces. Aunque luego se me ocurrió que, visto lo visto, no le volvería a ver el pelo.
Pero entonces todo volvió a cambiar en mi vida. Y, debió de ser por lo del bar mismo, pero en cuanto llegué el lunes al trabajo vi que el taller estaba cerrado.
El resto de compañeros fue llegando, pero como nadie tiene la llave, salvo el jefe, nos quedamos allí plantados, hablando entre nosotros. Pero al final, cuando ya hubieron pasado veinte minutos, fue Rufo quien decidió llamar al jefe. Pero nadie contestaba. Luego llamó a su casa. Contestó la mujer del jefe, muy asustada, preguntándonos si lo habíamos visto, si había estado durmiendo en el taller o algo. Luego si no nos había dicho nada, si pensábamos que había que llamar a la poli, que ella estaba al borde del ataque de nervios y a punto de denunciar la desaparición.
Y a medida que la situación se iba volviendo chunga por momentos, yo ya no sabía si era porque últimamente todo giraba en torno a ella o si era porque en el taller ya había hecho de las suyas, pero lo primero que pensé es que sería por culpa de Carol.
El jefe no dio más señales de vida desde entonces. Fuimos a su casa a preguntarle a su mujer qué más sabía, pero no pudimos contactar con él. Los mensajes de whatsapp ni siquiera le llegaban, como si se hubiera cambiado de móvil o lo tuviera apagado. Ni miedo a denuncia por despido improcedente ni nada de nada. Desaparecido total.
Era muy raro que algo así ocurriera. Fuimos junto con la mujer del jefe a denunciar su desaparición. Antes llamó a todos sus amigos, pero nadie sabía dónde estaba. Y nosotros ya empezábamos a estar un poco asustados.
En la comisaría fuimos uno a uno a declarar, diciendo todo lo que sabíamos y también lo del incidente de la moto robada. No, nadie le había denunciado ni culpado de aquel robo, estaba todo limpio. Casi sin saber si debíamos irnos buscando un nuevo empleo, nos quedamos todos muy chocados, sin saber qué demonios podría haber ocurrido. Dejamos sola a la mujer en la comisaría declarando, ahí medio histérica que estaba la pobre, y volvimos cada uno para casa.
En casa se lo conté a mi novia. La tía se desesperó porque no sabía cómo íbamos a pagar el alquiler del piso, pero en aquel momento lo último que necesitaba es que me fuera con sus neuras. Le dije, más para que se callara que porque lo pensara de verdad, que en menos de un mes ya encontraría algo nuevo y que algo surgiría. Pero la verdad es que andaba preocupado con todo. ¿Qué le había pasado al jefe? ¿Iba a poder encontrar un trabajo antes de que nos echaran del piso tirando sólo con el sueldo de mi novia? ¿Carol tenía algo que ver con esto? Y si era que sí, ¿por qué? ¿La había tomado conmigo por algo?
No volvimos a saber nada del jefe, como digo, pero sí nos enteramos de que en cuanto la poli abrió el taller, se encontraron con que dentro ya no había ni un vehículo, de esos que estaban a medio arreglar.
Alguien se los había llevado todos.
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