lunes, 23 de abril de 2018

La que ha liado Ocho apellidos vascos

Qué cosa es el ser humano, ¿eh? Ese animal original como decía Ptoloméfanes de Epibaristia (si no lo conocéis, shame on you). Para hacer honor a las palabras de tan redicho y afamado sabio hoy les ofrecemos en este número de El Tiquismiquis, en vivo y en directo mientras dure su lectura, un artículo que versa sobre el tema de la originalidad. Ya sabemos, esa cualidad de lo que no es repetitivo, monótono, ordinario, adocenado o rancio.

Siempre ocurre con el filón de una serie tope original. O un taquillazo de esos inesperados que sacan millones, billones, trillones y sillones de euros de los bolsillos al incauto, fácil y agradecido público. ¿Cuál es la reacción esperable de los que montan estas movidas? ¿Aprender que con la originalidad puedes conseguir el éxito si te lo curras, y por ende tratar de hacer otra obra tan original como la primera? ¡Claro que no! La reacción es la siguiente: vamos a hacer más de lo mismo. Miles y miles de obras paralelas, copiadas a saco de la primera. Y luego precuelas, secuelas, cuentos, libros, audiolibros, tacitas de los personajes, vibradores con la cara del protagonista, y demás merchandising que sean copias descaradas o sucedáneos de la obra que originó el boom. Así es el capital, queridos amigos. Hasta ahora, nada que no supiérais.

En El Tiquismiquis procuramos variar en el contenido de nuestros números en la medida de lo posible. Intentamos asimismo darle un enfoque desenfadado, ameno, divertido, lúdico, jocoso y en un estilo sencillo, austero y simple, poco barroco o sobrecargado, ni tampoco rebuscado o mucho menos alargado, exagerado, llevado al extremo.

Así que vamos al grano. Nos sentimos en la penosa obligación de alertar a la población del estado español y de rebote a la mundial (sí, ya sé que os habéis tomado muchas molestias emigrando para buscar una vida mejor y de paso un trabajo, pero ni así estaréis a salvo de la maldad de lo que procedemos a contar, pues por culpa del efecto maripili y otras repercusiones en la Fuerza esto os afectará también) de que una fuerza maligna amenaza con destruir la civilización sobre la Tierra.

¿Pero de qué estamos hablando que es tan terrible? ¿De una nueva complicación en el problema del cambio climático y sus negacionistas? ¿De una Época Oscura en la historia del rock? Frío, el rock no morirá nunca. Entonces no tiene más remedio que... ¿tiene entonces esto que ver con la alarmante decadencia en el nivel de la tele no-de pago? Caliente. Pero aún mucho peor. ¿Los chistes malos de los programas de humor de la Sexta, pues? ¡No, hombre! Tanto no...* Pero casi.

Exacto. Nos referimos a un mal mayor del que podáis imaginar, un mal tan sutil y perverso que probablemente ni lo hayáis notado... puede que incluso os haya ablandado el cerebro de tal forma que ni entendáis a qué nos referimos. Hablamos del daño producido en la psique colectiva por las españoladas televisivas (versión serie o versión peli). Pero ese problema es un monstruo tan enorme, extenso, polifacético y con tantas cabezas que no daría con un solo artículo, así que nos vamos a centrar en una parte específica de las mismas, que está generando una espantosa escalada que parece no tener fin: el de las películas y series de temática regional.

Todo comenzó de una forma inocente con la entrada en cartelera de Ocho apellidos vascos; en el fondo otra españolada más pero divertida, amena, graciosa dentro de unos límites y sobre todo original al tratar una temática que antes se había visto poco; el hecho de que en el estado había otras formas de ser y hablar, sensibilidades, sentimientos nacionales que no eran iguales que la forma de ser mainstream o dominante (o mejor dicho, una abstracción inexistente propagada por los medios). Diferencias, en suma, dentro de un recosido nada uniforme de cosas que poco tienen que ver unas con otras. Y como ya se sabe en El Tiquismiquis, hay mucha más riqueza en la diferencia que en el parecido. 

Chistes como este no sólo ya cansan de lo rancios que son, sino que aparte no tienen ni puta gracia... (pronúnciese con voz de gilipuertas: "¿y entonces por qué los haces?" ah amigo, así de raras somos las personas... aparte de que si no lo hago, ¿cómo voy a ilustrar lo que me da rabia?)

Todo comenzó como decimos de una forma amena, divertida con Ocho apellidos vascos (mal que el autor de este número no se rió en toda la peli cuando fue a verla), interesante y original en cuanto a lo de poner cosas muy vascas (que por cierto manda huevos que una cosa tan normal y tan antigua y tan.... ¡normal! sea original... ¿qué problema tenemos las personas con mostrar que somos diferentes? ¿Estamos tontas? ¿Estamos tontas? ¿Estamos tontas?). Pero poco dura lo bueno, amigas, y enseguida ya está, ya la tuvieron que liar haciendo sucedáneos, sobras y recortes de retales de camisetas usadas. Enseguida llegaron la copia barata de Ahí Abajo (al principio fresca y divertida pero hoy por hoy un zombi televisivo que hace dos o tres temporadas que se tenían que haber cepillado), Ocho apellidos catalanes (esta ya sobraba) y Cuerpo de Élite que, a pesar de ser entretenida y divertida y con guiones pasables a nuestro juicio, continúa con la ya rancia tradición de hacer chistes de topicones regionales (a veces no sólo dejando bastante mal a ciertos colectivos, como por ejemplo los valencianos, sino encima perpetuando y fomentando el estereotipo) y todo bajo el paraguas del pensamiento más mainstream, propagado y rancio que imaginarse pueda. Y no hablamos ya de las imitaciones o los chistes malos sobre vascos que aparecen (o aparecían) en Zapeando porque la vida es breve, señoras.

Y lo a gusto que nos hemos quedau escribiendo esto, tiquismiqueros...

Valete.


ASTERISMOS CON LOS ASTERISCOS:
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*Un día hablaremos de ello... o un año, porque para hablar de eso necesitas dos blogs




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